Estación Contacto (también Conexión), a la que llegan los que respiran profundo (inhalan fuerte, exhalan lento), los que hacen yoga y ejecutan asanas, los que leen sobre las distintas fuentes de energía provenientes de la naturaleza, los que investigan sobre el movimiento y las ondas producidas por seres vivos y máquinas, los que miden niveles de ruido y de temperatura (lo que incluye vibraciones), los que usan collares y manillas para equilibrarse, los que oyen música para relajarse y dormirse, los que caminan descalzos sobre la hierba y se detienen cada tanto para sentir la sensación de estar conectados a la tierra, los que oyen noticias y se descontrolan, los que discuten sus ideas fijas y ven enemigos por todas partes, los que no aguantan nada y todo es negativo, los que hacen corto con la más mínima molestia, los que sueltan palabrotas por cualquier golpe, los que meditan y van más allá de los sentidos, los que pronuncian mantras y voltean los ojos, los predicadores veganos, los tóxicos etc. Mucha gente y energías distintas, los unos positivos y los otros con el diablo adentro.
Hay muchos tipos de energía: eléctrica, térmica, nuclear, electromagnética, química, producida por el trabajo y por las ondas. Y al igual, tipos de corriente: alterna, continua, de varios polos, trifásica, monofásica etc. Y se dice que el mundo es energía y fue creado por ella, por sus bosones y fermiones, por la incertidumbre de los cuantos y las cargas por contacto. Los físicos la intervienen y establecen sus principios y leyes, pues la energía es lo que produce vida. No en vano D-s se le apareció a Moisés en forma de fuego (esh) y en él estaba la transformación, lo único posible, el paso alquímico de lo impuro a lo puro. Algo parecido a lo que intentó el doctor Frankenstein con su humanoide.
Pero, así como la ciencia da sus datos y los aplica en máquinas y teorías, en tiempos de temor se habla de otras energías provenientes de la mente, de la manera de ver las cosas (positivas, negativas), de las acciones que se acometen (ensayo-error), de la forma de estar en el mundo y en uno mismo (lo que Umberto Eco llamó conocimiento laberíntico). Y para lograrlas, se recurre a piedras, meditaciones orientales, búsquedas de la felicidad. O también, y esto pertenece al psicoanálisis, a usar lo malo para sentir el fin de los tiempos, crear demonios y sospechas, creer que el dólar es más importante que el calentamiento global, codiciar con rabia y mentir de manera desaforada etc. En este punto, el corto es permanente.
Acotación: vivimos en un espacio donde lo peor se anuncia a diario, y esta infodemia descontrola. La gente explota, se debilita mentalmente, no admite la realidad y desea fantasías. Y con esta energía (o lo que sea), nos cargamos y recargamos mal.
Fuente: https://www.elcolombiano.com/opinion/columnistas/sobre-energias-diversas-BJ19103417